sábado, 15 de octubre de 2011

La eduación

La educación de hoy tiene una serie de problemas que es conveniente relatar. Estos problemas no tienen necesariamente que ser problemas en el trabajo. No me refiero a eso, ni problemas del banco o del dinero. Todas esas cosas deben de ser secundarias. Lo primario y lo elemental es el desarrollo humano como individuo en todos los aspectos: creatividad, felicidad, empatía, relaciones e independencia. La educación no trata a los jóvenes como individuos separados y diferentes sino como un conjunto homogéneo que debe de estar sometido a la misma función.


Los niños y adolescentes tienden al movimiento. Son seres sociables y creativos, que hablan, se relacionan y actúan. Si se le pregunta a un psicólogo qué es más inteligente, un niño quieto y callado o uno extrovertido y ágil; tenderá a responder que el ágil es más creativo por estar fluyendo de mejor forma, mientras que el callado es más susceptible a ser dogmatizado. Los niños tienen que estar seis horas atendiendo a los profesores más otras horas atendiendo a los deberes o a los conocimientos que no se transmitieron en las otras seis horas. Por eso los profesores se quejan, porque los niños hablan y son supuestamente maleducados, pero su naturaleza así lo requiere.

Desde pequeños se nos crea un sentimiento de pertenencia al centro, puesto que pasamos un tercio del día allí. Este sentimiento se ve compensado con los placebos; las recompensas en palabras y en positivos por hacer las cosas y los deberes bien y los castigos y malas palabras por no hacerlos. El niño sufre un importante cambio en su creatividad para estar ligada a la homogeneidad de las clases, creando así un vínculo en el subconsciente.

También los exámenes. La calificación en los exámenes prepara para la competitividad, y además, si un alumno suspende, se siente mal, y si aprueba, se siente bien. Esto crea dependencia fortalecida por los castigos y premios de los padres y profesores, y las vistas y comentarios de los demás compañeros. Además, el alumno se tendrá que ceñir a lo que pone el libro si quiere aprobar, y si corrige algo mediante pruebas fehacientes que el profesor trata de ignorar también suspende y se le crea el mismo sentimiento de dependencia.

El poeta que nace poeta debe de aprender matemáticas, lengua y más conocimiento y sólo ser un poco poeta. El matemático que nace matemático debe de aprender arte, lengua y más conocimiento y ser un poco matemático. Soltar conocimiento en tantas horas es aburrido y no suele significar mucho. El conocimiento básico debe de ser el de los números, la escritura y la espiritualidad. Mediante los números se organiza conforme pasa el tiempo; mediante las letras conversa con mayor fluidez, lee libros y piensa mejor y mediante la espiritualidad se vuelve independiente, elimina el estrés poco a poco y decide con mayor soltura. Hay grandes maestros espirituales, que más que maestros, son guías. No obstante, la excentricidad del asunto hace que se ignore y se siga acumulando más y más materia de la que se olvida el 90 %

Si en seis horas los alumnos no aprenden lo poco que tienen que aprender, los profesores ya se pueden ir despidiendo del trabajo y no mandar tarea de nada. Seis horas en clase y dos horas fuera. Lo que hacen fuera es asunto suyo, porque para eso se les enseña a ser independientes, y no obligar así los profesores ninguna actividad o contenido. Como mucho, se podrá recomendar algo si es provechoso para su evolución, y ellos ya decidirán si leen, juegan, están con la familia, con los amigos o hacen deporte.

Todo se centra en base al sustento y a los exámenes. Los alumnos no tienen interés en el conocimiento. Lo único que quieren es aprobar y que le miren bien. En los institutos el examen es una especie de dios. La selectividad es el Dios supremo y el trabajo y su remuneración el placer infinito. Aquí voy un poco más allá, porque critico la nueva esclavitud que todos tenemos después de salir de nuestra educación: Trabajar para ganar el sustento siete u ocho horas dependiendo de lo que decidan las empresas y los gobiernos, siendo unos endeudados por el banco.

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